La inteligencia emocional es la capacidad de gestionar y comprender las propias emociones de uno mismo. Además, ayuda a mejorar las relaciones con los demás, ya que la comprensión y la empatía son facultades muy relacionadas con la inteligencia emocional.
Por todo ello, se trata de un factor distintivo que conduce al éxito en ámbitos como los negocios, la ciencia o la política y que se puede desarrollar de forma cotidiana. El cociente intelectual, junto con las habilidades técnicas propias, constituye el mínimo que hay que tener para poder llegar hasta un determinado objetivo. Sin embargo, aquellas personas que tengan una inteligencia emocional muy desarrollada serán capaces de lograr algo extraordinario que sea la excepción y, por lo tanto, le haga destacar.
Las personas emocionalmente inteligentes tienen una serie de capacidades que les permiten saber y entender acerca de la vida emocional del resto de la gente. Conoce cuáles son.
La empatía se diferencia de la simpatía en que ésta es simplemente el acto de “sentir pena” por otra persona, mientras que la empatía es un conjunto de procesos mentales que le permite a una persona reconocer estados emocionales en otros y experimentar las emociones y sensaciones que siente. Así, una persona emocionalmente inteligente conoce las sensaciones propias que se experimentan a partir de la empatía.
La empatía se representa en múltiples niveles en el cerebro (y el cuerpo). Hay dos tipos: la empatía emocional y la empatía cognitiva. Las personas con una alta inteligencia emocional son capaces de dar una respuesta empática más completa al aunar la emocional y la cognitiva.
Tener mucha empatía todo el tiempo no es la solución, ya que no se puede dar el mismo grado de sensibilidad a unos hechos y a otros. Hay un momento para la empatía emocional y un momento para tomar decisiones más racionales y libres de emociones. Esto lo saben las personas emocionalmente inteligentes que aprecian los límites de la empatía y la ponen en práctica cuando sea necesario.
En las últimas décadas la psicología y la neurociencia han demostrado que las emociones son parte integral del funcionamiento humano; incluso el razonamiento de alto orden y la toma de decisiones depende mucho de las emociones.
Algunos podrían preguntarse que por qué tenemos emociones o cuál es su propósito. La respuesta está en que todas nuestras conductas dirigidas hacia el exterior están determinadas por las experiencias emocionales internas que hayamos vivido. Una persona con una inteligencia emocional alta sabe cuándo sus comportamientos se ven influidos por un estado emocional, y además tiene una percepción similar de los comportamientos de otras personas…
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