n 2003, José decidió volver a su patria, la República Bolivariana de Venezuela. Luego de trabajar en un laboratorio español que verificaba los rieles de los trenes, sintió que finalmente necesitaba graduarse de la que, en rigor, ya era su profesión: ingeniería en materiales.
Pero Venezuela vivía tiempos convulsionados. El país estaba envuelto en una fuerte crisis política y social con Hugo Chávez al mando. Miles de firmas se juntaron ese año para realizar un referéndum revocatorio -que finalmente daría un voto de confianza al chavismo en 2004-, entre ellas la de José, que en ese entonces tenía 22 años y poca experiencia laboral.
Sin presumirlo, el ingeniero acabó en una lista negra. Más precisamente, en la famosa Lista Tascón, popularizada gracias al diputado oficialista Luis Tascón, que según se supo con el tiempo había pasado cuatro días fotocopiando, por pedido de Chávez y con permiso del Consejo Nacional Electoral, las planillas que miles de ciudadanos habían firmado para activar el plebiscito.
«Durante mis primeros dos años de graduado, aparecer allí me impidió conseguir un buen trabajo -cuenta José, que hoy con 31 años trabaja en Bogotá debido a la inseguridad que azota a la capital venezolana-. Recuerdo que fui al Ministerio de Transporte a dejar mi CV y me dijeron que no lo aceptaban porque había firmado el revocatorio. En Petróleos de Venezuela (Pdvsa) me negaron la entrada. En Venezuela te dan trabajo en el sector público sólo si te pones la camisa roja.»
El mercado laboral en Venezuela está imbuido por la política. Si bien las estadísticas oficiales marcan una baja del desempleo, el Estado -conducido por una facción, en un país políticamente dividido- se convirtió en el gran empleador, casi el único desde 2007, mientras que el sector privado creó pocos empleos y de baja productividad, sobre todo en el comercio y los servicios.
También informalidad
Uno de los grandes hitos de Chávez es la modificación de la ley orgánica de trabajo en abril último. Esta otorga grandes beneficios a los trabajadores: disminución de la jornada laboral, aumento de los días de vacaciones y bono de fin de año, ampliación de la protección de la maternidad, paternidad y familia con mayor número de días de permiso, inamovilidad casi permanente, entre otros. Los empresarios afirman, en cambio, que suben los costos laborales de las pymes, que hace inflexible el mercado laboral y que alienta el trabajo en negro.
La informalidad es otra característica del trabajo en Venezuela. Alcanza al 42% de la población económicamente activa (PEA). Es un número alto, pero que, según el actualmente cuestionado Instituto Estadístico Nacional (INE), bajó casi tres puntos en un año. En la Argentina, la informalidad llega al 35%, según datos del Ministerio de Trabajo, y supera el 40%, según fuentes no oficiales.
Algunos economistas creen que en los últimos años se impulsó en el INE «una orientación [política] de las estadísticas públicas». Incluso Elías Eljuri, presidente de ese organismo, debió desmentir varias veces denuncias de medios privados que indicaban que quienes encabezan y son beneficiados en las misiones (grandes programas sociales impulsados por el chavismo) no eran incluidos en el cálculo oficial del desempleo.
Según el INE, en diciembre de 2012 los desocupados en Venezuela eran 806.496 (5,9%), sobre un total de 29 millones de habitantes. Un año antes, la tasa llegaba al 6,5 por ciento. En 2002, el desempleo había tocado el 20,7 por ciento. Actualmente trabajan en la informalidad cerca de 5,4 millones de venezolanos, aunque el empleo formal pasó de 56,3% en diciembre de 2010 a un 58% en el mismo período de 2012.
«De 2007 para acá, la creación de empleo se dio por puestos gubernamentales en el sector público -explica José Guerra, profesor de la Escuela de Economía de la Universidad de Central de Venezuela (UCV)-. En cambio, el sector manufacturero perdió unos 200.000 puestos de trabajo por la restricción en el comercio exterior y el tipo de cambio atrasado.»
El economista dice que, entre 1999 y 2012, el Estado aumentó su plantilla en un millón de trabajadores. En tanto, Pdvsa pasó de tener 35.000 empleados en 2002 a 100.000 en la actualidad. «Son todos empleos políticos», asegura el experto, que dice además que el sector petrolero no es un fuerte creador de puestos de trabajo, ya que «es muy intensivo en capital».
«Los empleos creados son básicos, casi asistenciales y poco productivos», dice el especialista de la UCV.
«El gran creador de empleo es el Estado, sobre todo a través de las misiones», asegura a LA NACION Orlando Ochoa, economista de la Universidad de Los Andes, que dice que el sector público tiene 2,5 millones de empleados. Ochoa además critica la metodología del INE para calcular el desempleo, ya que considera empleado a quien trabajó cuatro horas en cinco días. «Eso termina escondiendo una gran tasa de subempleo», explica.
En cuanto al salario mínimo, antes de las últimas elecciones presidenciales, Chávez lo elevó un 32,25%, de US$ 476 al tipo de cambio oficial (en ese país existen además el dólar promedio -12 bolívares- y el negro -22 bolívares-). Se trata del segundo salario mínimo más elevado de la región, después del de la Argentina (US$ 545, siempre al tipo de cambio oficial). Los dos países comparten también los índices de inflación más elevados de toda América latina.
Presión del Estado
«Lo que ha mejorado en Venezuela es la transferencia de ingresos hacia los sectores pobres, el asistencialismo. Pero las condiciones de la pobreza más estructurales, como la vivienda, la inseguridad o el empleo formal se han deteriorado», analiza Ochoa.
Según la Cepal, en 1999 la pobreza en Venezuela era de 49 por ciento. En 2011, último disponible, se redujo a 30 por ciento. En el mismo contexto regional, Perú bajó la pobreza de 49% a 28%, y Chile de 21% a 11 por ciento. Venezuela, luego de 14 años de revolución social y popular, tiene una tasa de pobreza igual a la de Perú y triplica a las de Chile y Uruguay.
La mayor actividad económica del país se concentra en los estados de Zulia, Miranda (gobernada por Henrique Capriles), el Distrito Capital, Aragua y Carabobo. Los sectores que más emplean son el del comercio (926.834 trabajadores), industria (443.855), hoteles y restaurantes (226.581), transporte (198.196) y servicios comunitarios (183.786).
«Las leyes en Venezuela son hechas con mucho sentido común y, sin duda, benefician al trabajador», afirma Elys, una diseñadora gráfica de 32 años que trabaja desde su casa dando clases y que también es cantante. Pero cuenta además que no sólo las empresas del Estado discriminan, sino que las privadas «se niegan a contratar personas con distinta tendencia política». Sin embargo, la joven alerta de la presión que ejerce el Estado. «Quienes trabajan para el gobierno son despedidos si se rehúsan a ir a una marcha o si se descubre que votaron por la oposición. Acá hay médicos, arquitectos, abogados, trabajando de taxistas, cocineros, vendiendo productos Avon para rebuscarse -explica-. Cada vez es más difícil sostener los ingresos y en los últimos dos meses todos los precios subieron muchísimo.»
«Está muy difícil conseguir trabajo», afirma Anabel, una farmacéutica de 25 años que hace dos meses está en la búsqueda. «Si eres mujer y profesional, en mi sector prefieren tomar hombres y mayores de 30 por la nueva ley de trabajo», completa la joven de San Juan de los Morros.
Para Anabel, el chavismo complicó el mercado laboral, «a menos que trabajes de informal». Según piensa, «ya no se consigue trabajo en plantas de laboratorios porque, con el problema del control de cambio, se han ido. Lo que genera un alto desempleo en esta área».
5,9%
En Venezuela La mayoría de los empleos creados son públicos. Se considera empleado a quien trabajó 4 horas en una semana.