La entrevista de trabajo es un paso decisivo para incorporarse al mercado laboral, cambiar de empresa o ascender dentro de la compañía. Generalmente es el resultado de haber trabajado bien otros aspectos del perfil profesional como puedan ser el currículm vitae o la marca personal. Pero para terminar de rematar la faena hay que superar la entrevista y según un reciente informe de Adecco en tres de cada cinco casos todo se va al traste por errores relacionados con la falta de preparación de la cita.
Por fortuna, existen algunos trucos y herramientas que nos pueden ayudar a causar mejor impresión por una parte y a evitar caer en los fallos más comunes. En el apartado de las cinco cosas que debemos hacer encontramos:
1. Hacer los deberes: esto pasa por conocer la empresa, el puesto que ofrece y conocernos a nosotros mismos. Es quizá el consejo más básico pero quizá por eso también el más útil. Habrá que buscar en internet y a través de redes sociales referencias de la empresa, así como de la persona que hará la entrevista. En lo referente al puesto de trabajo conviene repasar previamente la misión del puesto, las funciones que habrá que desempeñar y el nivel de responsabilidad. Por último, hay que tener muy claro nuestro propio perfil. Esto implica conocer nuestras fortalezas y puntos débiles, pero sobre todo nuestra trayectoria profesional y la historia que queremos contar a través de ella.
2. Un mínimo de educación: empezando por llegar a la hora y a ser posible incluso un poco antes -15 minutos debería ser suficiente-. También es recomendable apagar el móvil como una muestra de respeto y una forma de dar a la entrevista la importancia que se merece.
3. Preguntas con trampa: hay que prepararse para lo peor y esto incluye preguntas trampa o cuya respuesta suele ser complicada. Algunas de las más habituales son: ¿Cuál es tu principal punto fuerte y punto débil? ¿Por qué deseas cambiar de trabajo? o ¿Qué problemas detectas en tu empresa actual? En el primero de los casos, como veremos más adelante, se trata de conocerse a uno mismo y sobre todo de ser sincero. En la segunda la cuestión pasa por dejar claro que el cambio no obedece a que estés a disgusto en la empresa, sino a la posibilidad de expandir nuestros conocimientos, todo esto sin transmitir que simplemente se está sondeando el mercado. En cuanto a la tercera pregunta, se pueden relatar algunas cuestiones pero siempre sin ser negativo ni ofrecer datos relevantes sobre nuestra empresa actual.
4. Entrevistas prácticas: directamente sacado del modelo anglosajón, las entrevistas también son cada vez más prácticas en España. Esto incluye desde preguntas que abordan nuestra forma de trabajar -¿Qué situación has solventado en tu empresa? ¿En qué campañas has participado? Menciona tres campañas que te gusten- hasta cambios de idioma para comprobar el dominio efectivo que tenemos del inglés, francés o cualquier otra lengua que hayamos incluido en el currículo.
5. La actitud adecuada: hay que tratar de ser proactivo y evitar ofrece una sensación de autoritarismo, soberbia, vanidad, cinismo, pasividad o pasotismo. Lo mismo puede decirse de actitudes agresivas. Debemos mostrarnos interesados y en cualquier caso saber adaptar la actitud a lo que transmita nuestro interlocutor.
Y los cinco errores a evitar:
1. Que nos pierda el dinero: evidentemente la remuneración es algo a tener muy en cuenta a la hora de valorar cualquier cuestión laboral. Sin embargo, en la entrevista debe abordarse con cierto tacto y sobre todo sabiendo los baremos en los que se mueve el sector y la empresa. En la medida de lo posible conviene que sea la empresa quien se pronuncie primero, pero en caso de que directamente pregunten por las pretensiones siempre será mejor no ofrecer una cifra concreta. Quienes estén trabajando podrán decir algo así como âSi, estoy muy interesado en esta oportunidad y creo que puedo realizar una gran contribución. Actualmente cobro âla cifra que corresponda- al año. Estaría abierto a cualquier oferta competitivaâ. Y en cualquier caso, tampoco hay que mostrar un enorme interés o ser demasiado insistente en la cuestión salarial.
2. La primera impresión es la que cuenta: uno de los errores más repetidos es presentarse con una mala apariencia personal. Esto incluye desde no estar correctamente afeitado hasta un exceso de maquillaje pasando por otras cuestiones relacionadas con la higiene personal y, por supuesto, la vestimenta. En términos generales los hombres deberán ir con traje y las mujeres con traje ejecutivo o vestido clásico y en ambos casos se evitará un exceso de joyas. En cualquier caso, siempre es recomendable estudiar previamente la empresa âprimer punto relacionado con los deberes- porque es cierto que hay profesiones y compañías donde es más recomendable ofrecer una imagen no tan formal.
3. Falta de foco: una entrevista debe servir para dar a conocer nuestras cualidades a través de nuestra experiencia laboral. Precisamente por eso hay que tener muy claro qué se quiere contar y como. Será necesario evitar divagar acerca de experiencias laborales que no se ciñan al objetivo y que no aporten valor en la línea que nos hayamos marcado. Además, al abordar las tareas realizadas hay que intentar cuantificar el grado de confianza que otras empresas han depositado en nosotros.
4. No hacer preguntas: tan malo es ser demasiado pesado como dejar cuestiones en el aire. Entre las cuestiones que se pueden formular están por un lado las relacionadas con la propia empresa respecto a su idiosincrasia, perspectivas de futuro o lo que buscan en sus empleados, entre otras. Y por otro las que tienen que ver con el propio puesto de trabajo que incluirían el conocer el día a día de la labor que habría que desempeñar o los recursos disponibles. Por último, también se puede preguntar acerca del propio proceso de selección.
5. Sin objetivo: en la entrevista hay que dejar claro que conseguir el puesto es uno de nuestros principales objetivos laborales y la forma en la que este encaja dentro de nuestro plan de carrera profesional. Nuestra exposición y la forma en la que abordemos nuestra experiencia laboral debe no sólo enfocarse hacia nuestras fortalezas, sino que además ha de destilar un cierto grado de planificación y mostrar un propósito profesional más allá de ascender en el escalafón. Y por supuesto, para tener éxito nada mejor que practicar, practicar y practicar para que el discurso sea cada vez más sólido y menos las veces que nos cojan desprevenidos.