Historia de una trabajadora doméstica en México

marzo 30 02:00 2013

María de Lourdes Cerón tiene 46 años, de cariño le dicen Lulú; es de carácter jovial y no tiene empacho en platicar su historia.

Es trabajadora doméstica desde hace 10 años y forma parte del millón de mujeres que se dedican a esta actividad.

Aunque tenía miedo de salir a trabajar y emprender una nueva etapa en su vida, la discapacidad de uno de sus hijos, así como las ilusiones que tenía su hija mayor de continuar con sus estudios, la impulsaron a dar uno de los pasos más grandes de su vida.

“Una amiga me contactó con una señora que necesitaba ayuda en su departamento, le dije que tenía un hijo discapacitado y que quería trabajar, la señora me ayudo y hasta la fecha trabajo con la gente que conocí gracias a ella”, recordó Lulú.

No tiene seguro médico, prestaciones de ley o algún contrato que la avale, pero aseguró que durante una década, ninguna de las personas para las que trabajó fueron groseras o abusivas y que siempre ha sido tratada con respeto.

Las actividades de la señora Cerón son variadas, pues aparte de hacer la limpieza en una casa, se emplea durante 2 horas en una tienda naturista para hacer el aseo.

Su jornada laboral es de 9:00 a 14:00 horas aproximadamente, el horario varía según la cantidad de trabajo que tenga o los clientes que soliciten su apoyo, sin embargo la mayoría de las veces llega temprano a su hogar.

Lulú cobra entre $250 y $300 diarios por trapear barrer y mantener limpia la casa, no cocina ni plancha, pero si alguno de los clientes se lo pide, puede hacer otra actividades como hacer el mandado o ayudar con eventos especiales.

Y aunque para ella el trabajo doméstico no es desagradable, no le gustaría que ninguna de sus hijas se dedicara a eso, pues considera que sus estudios pueden darles mejores oportunidades que las que tuvo ella.

“Por eso estamos haciendo un esfuerzo mi esposo y yo, para que tengan más oportunidades, aunque a veces lo piensas porque gano más que una licenciatura”, explicó…




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