Muchas personas no son conscientes de su adicción al trabajo y, ante el exceso de horas de actividad profesional, se consideran muy responsables cuando en realidad padecen una de las psicopatologías de este siglo, que está asociada al éxito social.
«Si usted no es capaz de desconectarse del móvil, del iPad, donde lo tiene todo, correo electrónico, redes sociales, Facebook…., puede no ser consciente de su adicción al trabajo», dijo a Efe Carlos Alcover, profesor de Psicología del Trabajo y Organizaciones de la Universidad Rey Juan Carlos.
Esta adicción en España afecta ya al 4,6% de los trabajadores y podría llegar al 11,8% en 2015, según un estudio de las universidades Jaume I de Castellón y del País Vasco.
Puede afectar gravemente a la salud El profesor Alcover ha alertado de que «no es fácil de detectar» este problema que a veces se manifiesta con un estrés prolongado, con el uso de estimulantes para mantenerse activo tantas horas y somníferos, o incluso para mantener la actividad también se puede llegar a utilizar medicamentos legales o no y, al final, esa hiperactividad tiene un precio que puede llevar a la muerte.
Es antinatural trabajar entre doce o catorce horas diarias, pero la gente lo ve como algo positivo, como un gesto que valora la capacidad y la implicación con el trabajo, como sinónimo de buen profesional.
Sobre todo en ciertas profesiones en las que la persona que está muy dedicada al trabajo, como en el caso de emprendedores y ejecutivos, está muy bien valorada y su actividad se asocia con el éxito social. «No son conscientes de que tienen un problema o lo pueden tener», ha alertado el experto.
Hacer un trabajo bien es positivo, pero hacerlo en exceso es negativo para el individuo, y convertir jornadas de doce o catorce horas al día en un modo de vida perjudica la salud, ha añadido el psicólogo, quien ha precisado que no se debe confundir con dedicar un mayor horario para desarrollar un proyecto de manera temporal y con un objetivo limitado, puesto que en ese caso no es negativo.
Para algunas personas esta adicción puede ser una manera de huida del hogar: «me dedico a mis cosas y evito ocuparme de la familia, la casa y otras responsabilidades».
También la falta de recursos económicos para hacer otras actividades de tiempo libre puede llevar a alguna gente a utilizar el trabajo como fórmula de escape: «como no tengo dinero para salir me voy a la oficina».
El problema de la tecnología Las nuevas tecnologías favorecen el desarrollo de este problema, el uso de un tablet, móvil, etc. hace que muchas personas no puedan desengancharse del trabajo en ningún momento, están siempre disponibles, amplían la jornada laboral y están pendientes de su profesión en tiempos que antes dedicaban a leer o a relajarse.
El individuo es un equilibrio de distintas actividades, lo negativo es no tenerlas variadas a lo largo del día, de otra manera es una vida pobre e insuficiente para el ser humano, ha defendido Alcover, quien estima que «hay que ser cautos y no tomarlo como algo secundario».
Para el experto, la actividad laboral extrema tampoco es eficaz económicamente para las empresas y, en este sentido, ha recordado que hay compañías europeas donde se apagan las luces y cierran las instalaciones para evitar que ningún trabajador se quede en su puesto fuera de horario, como medida de ahorro.
La relación entre el apego a la tarea y la competitividad es directamente proporcional a las posibilidades de desarrollar la adicción. Sujetos de riesgo son, por ejemplo, los investigadores o los profesores universitarios, con una jornada laboral muy abierta.
Alcover ha insistido en que en estos casos, en los que cada uno decide lo que tiene que estar trabajando, en los que la tarea es tan vocacional y tan abierta, es mayor el riesgo de pasar a una adicción, que se confunde con el sentido positivo de productividad y buenos resultados.