Seguramente porque nada se parece más a un currículum que otro currículum, Alain Ruel apostó en 2011 por vender el suyo como si se tratase de un anuncio de rebajas. La treta le garantizó un contrato y, de paso, germinó en una web destinada a recopilar y premiar los currículum vitae (CV) más insólitos.
Del CV impreso en una lata de conservas o el videojuego inspirado en Pokémon al anillo grabado…