Cuando hablamos de empleo en España siempre hemos de hacerlo en clave millonaria: por un lado están esos sangrantes seis millones de parados, que son como un sambenito para el Gobierno, y por otro, los cientos de millones -de euros- que reciben la patronal y los sindicatos para formar precisamente a esos desempleados. Esta misma semana, al tiempo que escuchábamos al número tres del PSOE y un auténtico número en Castilla y León, Ãscar López, calificar esta legislatura como la peor de la historia a causa del paro, veíamos cómo una vez más el Gobierno regional destinaba una cantidad millonaria -9 kilitos en total- a sindicatos y patronal para que los «gasten» en formación.
La descomunal cantidad de dinero que desde hace más de una década han recibido los sindicatos en este país, sobre todo durante los años en que Europa enviaba parné a espuertas, se ha traducido en esos 6 millones de parados, cifra que aún tienen el santo cuajo de utilizar, a la menor, como arma arrojadiza contra el poder. Tamaña desfachatez es posible que se consienta porque, al final, todo forma parte de la misma pantomima: con una mano me das la guita y de la otra, a puño cerrado, te exijo el maná para el pueblo, pero sin el pueblo. Es el nuevo despotismo ilustrado en versión «toxicoméndica».No son pocas las voces que claman por poner a dieta a la Administración para reducir gasto público, pero me pregunto si no saldría mucho más a cuenta reducir la «administración» de los sindicatos. Porque, si llevan años formando para el empleo y el resultado son 6 millones de parados, salvo obtener prebendas de autoconsumo, no se puede decir que hayan hecho mucho más. Tan suculentas alforjas no requería este magro viaje.
