Echando una mirada a otras latitudes, donde la crisis ha dejado de castigar con la crudeza con la que todavía nos azota a nosotros, miro hacia el Este del mapa y, sin caer en misticismos orientales, me encuentro con una forma de entender la vida que nada tiene que ver con nuestra autocomplacencia occidental ni con nuestra mediterránea manía de echarle la culpa a otro. Es decir, una verdadera lección de vida.
Si hablamos de crisis, es sabido que en China crisis y oportunidad se escriben de la misma manera. Para ellos son acepciones gemelas. No hay tanta crisis fatídica, sino oportunidades de negocio y de sacar beneficio allá donde otros se limitan a intentar no ahogarse sin ver.
Ahora mismo vivimos en un mundo cambiante y no podemos limitarnos a acompasarnos al ritmo de los acontecimientos, hemos de ir un paso por delante de ellos. Los cambios laborales son continuos: de empresa, de país, incluso de funciones. Así que nuestra manera y capacidad de adaptación dependerá tanto de nuestra supervivencia como nuestra felicidad…