Nació en Polonia y en los años ochenta trabajó como minero en la República Checa. Viktor Kempa vio de cerca en la mina todo tipo de irregularidades en el ámbito de la seguridad y la salud laboral, que asegura se siguen produciendo hoy en día en muchas empresas. Como investigador del Instituto de Estudios Sindicales, dependiente de la CES, llama a los sindicatos a tejer «una estrategia común» que obligue a empresarios y gobiernos a invertir más en la prevención de accidentes.
La tesis de los sindicatos es que la crisis ha hecho aumentar la precariedad y la siniestralidad laboral. ¿De quién es la responsabilidad?
La posición de la CES es muy clara. Todos los elementos de precariedad y de fragmentación del mercado laboral traen consecuencias negativas para los trabajadores. Reclamamos empleos dignos en base a acuerdos colectivos que permitan un mayor control de todas las situaciones de trabajo. Por eso creemos que el diálogo social es fundamental para apostar por la calidad del empleo, no solo por la cantidad. La CES está en la mesa con los agentes sociales europeos, incluidos los representantes de los empresarios y la Comisión Europea, porque pensamos que sentándonos a una mesa podemos conseguir mejores condiciones de trabajo.
¿En qué países hay más accidentes?
La seguridad laboral está directamente conectada a la situación económica, por tanto en los países en los que la crisis es mayor lo primero que se ve afectado es el gasto en seguridad. En los países bálticos hay muchísimo desempleo, por lo que la gente acepta trabajar en muy malas condiciones. En países del sur de Europa como España, Portugal o Grecia, con una crisis fortísima, la seguridad laboral también se resiente. Aunque también influye la historia y el desarrollo social de un país, y ahí es determinante la existencia o no del diálogo social…