Charles Dickens tenía particular predilección por el oficinista victoriano, ese personaje encorvado y sombrío con los dedos manchados con tinta.
Hay 104 oficinistas en sus obras, aunque en mi cabeza se han fusionado en uno: una figura esquelética, oprimida y siempre vestida de negro polvoriento.
Después de cruzarse con uno de estos personajes en el St. James Park, en abril de 1835, Dickens…