Son muchas las empresas que se preguntan si deben subcontratar ciertas funciones para reducir gastos. Si bien esta fórmula puede ayudar a reducirlos, también puede presentar inconvenientes.
La subcontratación, también conocida como “outsourcing”, consiste en que una empresa contrate a otra organización para llevar a cabo una serie de funciones que antes realizaba la propia empresa.
Dependiendo del tipo de actividades que la empresa subcontrate, estaremos ante un outsourcing táctico o ante un outsourcing estratégico. Así, si la empresa subcontrata el servicio de limpieza, se trataría de un outsourcing táctico, pues se trata de una labor auxiliar.
Por el contrario, según el portal Economipedia, si la empresa opta por subcontratar todo el proceso de producción, estaríamos ante un caso de outsourcing táctico, puesto que se está externalizando una tarea fundamental para la empresa.
Que la subcontratación ofrece múltiples ventajas para cualquier organización empresarial es un hecho. A continuación, vamos a exponer cuáles son los argumentos a favor de la externalización de funciones.
Subcontratar ciertas funciones puede permitir que la empresa se centre en los procesos fundamentales, volcando sus energías sobre las actividades que más afectan a su negocio. De este modo, las tareas auxiliares o secundarias, no absorberán tanto tiempo ni tantos recursos.
Probablemente uno de los motivos que más pesan a la hora de apostar por la subcontratación es la reducción de costos. Son muchas las ocasiones en las que una empresa ofrece servicios a un coste más económico que el que podría afrontar una empresa al realizar la actividad por sí misma.
Prueba de ello es que muchas empresas han incrementado sus beneficios reduciendo en gastos a través de la subcontratación.
Las empresas subcontratadas son especialistas en llevar a cabo las tareas para las que se les contrata. En otras palabras, tienen una amplia experiencia y son más eficientes. Así, al subcontratar con una empresa experimentada y económicamente eficiente, se contará con ciertas ventajas frente a otras empresas competidoras.
Precisamente la relación entre la empresa contratante y la empresa subcontratada puede llevar a una simbiosis, una forma de trabajar conjuntamente que beneficie a ambas empresas.
Un aspecto del outsourcing o subcontratación que conviene recalcar es la flexibilidad. La empresa contratante puede decidir cuándo subcontratar a otra empresa, continuando con su actividad sin que ello le suponga ningún problema. Así pues, queda claro que el outsourcing deja abierto un amplio abanico de proveedores a la empresa contratante.
Señalábamos anteriormente que las empresas subcontratadas son auténticos especialistas en prestar unos servicios determinados. Pues bien, como especialistas, estas empresas disponen de unas tecnologías que no siempre están al alcance de la mano para las empresas contratantes.
No obstante, no es oro todo lo que reluce y antes de subcontratar, no solo hay que centrarse en la reducción de costes, pues hay muchas otras cuestiones que sopesar.
Si se externaliza un servicio con una empresa poco seria, que incumple los términos pactados en el contrato, esto puede traducirse en problemas para la organización contratante. De este modo, la contratante podría toparse con problemas en sus procesos de producción y de aprovisionamiento, sin olvidar que las consecuencias también podrían perjudicarle a nivel financiero, en aspectos administrativos e incluso a su reputación.
Hoy en día, los aspectos tecnológicos son clave en la competencia entre empresas. Por tanto, si se dejan ciertas funciones en manos de otras organizaciones, la propia empresa puede perder contacto con la tecnología, quedarse desfasada o caer en un profundo desconocimiento tecnológico.
La cultura de las empresas son los valores de una organización empresarial, su forma de entender el trabajo, el día a día y de abordar los retos. Difícilmente habrá una relación fructífera con la empresa subcontratada si esta no comparte una filosofía empresarial similar. Tendrán formas diferentes de hacer las cosas y, por tanto, habrá problemas.
Delegar funciones tiene sus ventajas, pues ayuda a reducir costes. No obstante, si no se ha hecho una buena planificación de la subcontratación, los costes pueden terminar aumentando.
Externalizar funciones significa que la empresa pueda centrarse en las actividades primordiales, pero también puede conllevar problemas. Al dejar ciertas áreas en manos de terceros, hay una pérdida de control y, ante la falta de vigilancia, pueden darse situaciones de deslealtad, robo y fraude. De ahí que se haga necesario establecer un cierto nivel de supervisión de las áreas subcontratadas.
Es un hecho que la subcontratación puede ayudar a reducir costes, pero muchas veces, ante ofertas muy llamativas para las empresas contratantes, las organizaciones subcontratadas pueden terminar ofreciendo servicios de baja calidad.